En la revisión de nuestra historia como país es fundamental el reconocimiento de los aportes que los/as africanos/as y afrodescendientes hemos dado en la construcción de nuestra sociedad, y es en el marco del Bicentenario en donde nuestra identidad afro debe reivindicarse más allá de lo folklórico y de lo anecdóticamente pintoresco.
En los festejos del Centenario dela Declaracióndela Independencia, se divulgaba la idea de que los afrodescendientes prácticamente estábamos en peligro de extinción y cito:
“Puebla el Uruguay la raza blanca, en su totalidad de origen europeo. La raza indígena que habitaba esta región de América cuando el descubrimiento y la conquista, ya no existe, siendo el único país del continente que no cuenta en toda la extensión de su territorio tribus de indios, ni en estado salvaje, ni en estado de domesticidad.
[…] La pequeña porción de raza etiópica introducida al país por los conquistadores españoles, procedente del continente africano, a fin de establecer la esclavitud en estas tierras, disminuye visiblemente hasta el punto de constituir un porcentaje insignificante en la totalidad de la población. Por otra parte, sus características, originales han sufrido, por el clima, circunstancias de medio ambiente, y por mezcla de la sangre europea, modificaciones fundamentales.”
El Libro del Centenario del Uruguay 1825-1925, Montevideo: Capurro y Cía., 1925, p. 43.
Evidentemente la imagen que se pretendía dar como país nada tenia que ver con la realidad y el contexto, si quiera regional. Es decir que cuanta más descendencia, (“sangre”) europea blanca tengamos, más desarrollados y civilizados éramos, des-construyendo así la idea de que Uruguay era tan salvaje como el resto del continente: éramos (y aun creemos ser),la Suiza de América.
Hoy la Suizade América cuenta con un 10, 5 % de afrodescendientes, y aquella extinción de la cual se hablaba hace casi 100 años parece no haberse cumplido. Nuestra arma ha sido la Resistencia, cultural, social, económica y política, que ha construido nuestra identidad uruguaya en general, y nuestro ser afrouruguayos/as en particular. Y he aquí la reivindicación y el reconocimiento de las mujeres africanas y afrodescendientes en ser las protectoras y transmisoras de nuestros valores, aquellos valores que trascienden “lo romántico colonial” y que aún hoy en pleno S. XXI seguimos resistiendo.
Ya se ha hablado de los aportes en la forma de vida y estilo matrilineal de nuestra comunidad afro, de la herencia lingüística, gastronómica y artística, pero que hay de lo político?, ¿Como las mujeres afrodescendientes hemos aportado en la construcción política de nuestro país?, que hay de las liderezas afro que ha lo largo de nuestra historia de vida han contribuido con sus ideas, ingenio, trabajo y acciones?
Desde la trata trasatlántica “las hijas de África” hemos tenido que resistir y defendernos de ser raptadas, violadas, violentadas, y cosificadas y pese a todo ello hemos lideramos y protagonizado las grandes epopeyas nacionales.
Desde la mítica Soledad Cruz, (de quien poco se sabe), pero en ella se ven representadas las mujeres afro lanceras, que no sólo acompañaron, sino que se han sido verdaderas combatientes dela GestaArtiguista, pasando por todas las mujeres que desde sus hogares han sido las transmisoras de los valores espirituales y materiales ancestrales, que hoy en día están cotidianamente incorporados, pero poco reconocidos. Sin dejar de nombrar aquellas que emprendieron luchas laborales desde diferentes sectores o las incontables militantes barriales, referentes locales, activistas antirracistas y hasta las actoras políticas actuales, todas y cada una de nosotras hemos puesto nuestro “jarrón de arena” para ser reconocidas como sujetas de derechos.
En la esencia transmisora de las mujeres afrodescendientes esta la multiplicación de que seamos más, desde una estrategia colectiva de pensarse y transformarse. Hemos sido grandes impulsoras y el motor en la construcción de una sociedad más justa y equitativa. El ser mujeres afro nos ha marcado en sabiduría y conciencia solidaria y hemos enfrentado grandes adversidades transformándolas de manera positiva en un accionar que ha desafiado los modelos individualistas de la lucha por el poder.
El Racismo y el machismo patriarcal son los grandes mecanismos de opresión que hemos combatido a lo largo de la historia, ambos se han manifestado y han mutado de acuerdo al contexto temporal. Y los desafíos que nos quedan por delante están relacionados con nuestra autonomía de pensamiento y actuación, en como proyectarse políticamente como mujeres afrodescendientes, incansables luchadoras de un fin colectivo, pero sin perder de vista nuestras propias realidades.
La realidad actual nos sitúa en un año estratégico; a nivel internacional: 2011 Año de los/as afrodescendientes; en lo local: Celebraciones del Bicentenario con un énfasis en las contribuciones de la comunidad afro en la identidad nacional, y en lo regional:la IIAsambleaGral. dela Redde Mujeres Afrolatinas, Afrocaribeñas y dela Diásporaa realizarse en Montevideo- Uruguay a finales de año. Me atrevo a decir que se viene el tiempo de la “africanización”, en donde una vez más las mujeres afrodescendientes somos las embanderadas del proceso de transformación social que elimine las desigualdades.
Tania Ramírez
MIZANGAS: Mujeres Jóvenes Afrodescendientes.
Montevideo- Uruguay, mayo de 2011
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